jueves, 15 de febrero de 2018

Entrevista sobre Episodio III Pase por Mateo Magnone (inédita)


Fútbol y Danza.

EN UNA BALDOSA



--Observe, observe usted esa carrera intensa entre el delantero de ellos y el cuatro nuestro. El salto al unísono, el giro en el aire, la voltereta elástica, el braceo amplio en busca del equilibrio... Bueno... Eso, eso es la danza...
(“Viejo con árbol”, cuento de Roberto Fontanarrosa)


Lucía Naser es socióloga y magíster en artes escénicas. Su vínculo con la danza nos es solo práctico, poniendo el cuerpo en juego; es también teórico, poniendo la mente. En 2014 inició “Episodios” una investigación sobre las posibles intersecciones y relaciones entre la danza, ficción e imaginarios. El Episodio III se está gestando, se llama “Pase” y es sobre fútbol. Mejor dicho, con jugadores de fútbol, y cuenta con la co-dirección de Agustín Lucas. Sobre esta tarea quijotesca, conversamos con Lucía.


-Desde tus primeros recuerdos, ¿qué lugar ha ocupado el fútbol en tu vida?

Fui una niña bastante “varonil”. Me gustaban los juegos tradicionalmente asociados a los varones. Del fútbol particularmente, la dinámica que representaba el divertirse en grupo. Tal vez los juegos asociados a lo femenino me parecían demasiado ficcionales. Mi libro preferido fue “Pateando lunas” de Roy Berocay, que me marcó mucho: sentí que alguien estaba contando lo que a mí me pasaba. En cuanto a lo pasional, ahora me declaro ex hincha de Peñarol, pero fui muy hincha. Más grande, cuando empecé la carrera en Sociología, empezaron a llamarme otros aspectos del fútbol, no tan felices, lo político, las relaciones de poder, la corrupción, la mafia, etc., que en mis ojos de hincha adolescente encantada con Bengoechea y Pacheco, no aparecían. Empezar a ver esos elementos, me cambió mucho la percepción del fútbol y de todo lo que sucede fuera de la cancha. A su vez estuve en contacto con el mundo del fútbol y vi ciertas maneras de “ser” en ese ambiente, que me llamaron la atención: el lugar de la mujer, el lugar del hombre. Más adelante, esos cuestionamientos se cruzaron con mis intereses por la danza y la investigación del cuerpo, hasta preguntarme qué tipo de masculinidad está allí involucrada, no solamente en el fútbol, sino en cualquier actividad estereotipada con lo masculino -aunque está claro que el fútbol es un ámbito de producción de identidad masculina muy potente- y qué pasa con las subjetividades que se producen en ciertas prácticas del deporte. Por lo tanto, la mezcla entre la visión sociológica y el interés en cómo se relacionan el cuerpo y la subjetividad, a través de la danza, me han hecho volver al fútbol, a través de un camino bastante insospechado.

-¿Cómo era tu actitud en la tribuna?

Era muy apasionada, hincha comprometida, muy emocional. Me acuerdo que gritaba medio desaforada y mi hermana y mi madre me llamaban al orden, porque no estaba bien visto que una mujer hiciera eso. “¿Por qué yo no puedo?”, me preguntaba. Esa pasión con la que vivía el fútbol la empecé a unir con mi sentimiento hacia ciertas causas políticas (justo estoy haciendo una investigación sobre las marchas y manifestaciones), entonces comencé a ver que el cuerpo, cuando está apasionado por algo, cuando está rabioso, se parece bastante sin importar el contexto; aparecen cualidades expresivas, sensaciones externas y hasta performances parecidas a la de cualquier espectáculo público. Me da curiosidad la pasión e intensidad que se despierta en el fútbol, pero para llevarla a otros lugares, para vivir y cuestionar otras cosas.

-En una de las definiciones de “Episodios”, incluís la frase “Que lo extraordinario no esté opuesto a lo concreto”. Es una premisa tan artística como posible de colocar en el fútbol. Previo a este trabajo, ¿considerabas un vínculo entre arte y pelota?

En algún momento empecé a notar que en la danza contemporánea había mucho espíritu lúdico, durante los ejercicios de improvisación, pero en las obras quedaba afuera. Allí aparece un lenguaje más sobrio, neutral y conceptual. Me empezó a interesar coreográficamente lo que sucede en el fútbol, u otros juegos, cuando un cuerpo está inmerso en la dinámica con otro, con factores terceros como la pelota y el espacio, y a su vez, se mira desde afuera. La corporalidad en esos espacios me interesa. Sin haber pensado específicamente en un posible vínculo entre arte y fútbol, comencé a reflexionar sobre el arte como camino para hablar de ciertas cosas que están dadas por hecho, pero para considerarlas de una forma más interesante, donde se pudieran dislocar a través de otros abordajes. Mi acercamiento actual a pensar el fútbol a través de la danza vino porque creo que hay muchos fenómenos sociales que está bueno repensar con herramientas artísticas. El fútbol es un fenómeno de masas que está metido en el corazón de la identidad uruguaya, que a su vez es fuente de muchos problemas. Entonces me pregunto cómo abordar el fútbol desde otra lógica que no sea solo pensar si te gusta o no el fútbol. Cómo dislocar los términos en los cuales pensamos qué pasa con el fútbol en nuestra sociedad, en nuestra cultura, en los cuerpos.
Esta propuesta de trabajar con el fútbol nació por un diálogo con Ana Laura López, directora del Florencio Sánchez. Yo venía de colaborar en un proyecto de danza que había tematizado sobre las hinchadas y se llamaba “Resistir”. Fui a ver la obra al Cerro y entendí que ese era un barrio particularmente futbolero. En la calle Grecia se ve perfectamente la delimitación de las “zonas”, una para Rampla y otra para Cerro, en una disputa simbólica muy interesante. Con Ana Laura nos pareció interesante pensar un proyecto específicamente sobre fútbol en el Cerro, para trabajar las masculinidades y ver lo que somos. En Episodios lo esencial es ver cómo, a través del arte, podemos jugar unos con otros, ver cómo somos en relación al otro, ver como ciertas identidades se van sedimentando y según los mundos donde estamos cómo vamos llegando a lugares muy anclados y donde estamos condenados a reproducirnos. Lo maravilloso de la danza es que se puede jugar a ser otro, a revisitar el cuerpo desde otras experiencias o preguntas.

-Lo académico y el fútbol siempre tuvieron una relación distante, aunque parecería necesario que se llevaran mejor. ¿Cómo y qué tiene para aportarle la academia al fútbol?

Cuando hice la carrera en Sociología, la única persona que conocí interesada por abordar el deporte era Rafael Bayce, alguien que en general se ha metido con temas poco o nada tocados. En el ISEF ahora hay grupos de estudio interesados en el fútbol, que se vinculan, por ejemplo con ONFI. También, un síntoma que me parece saludable, es la aparición de miradas que expresan preocupación ante las maneras que ciertas políticas del fútbol se desarrollan y cuáles son sus consecuencias. Hay un marketing social del fútbol y una cantidad de proyectos y programas para desarrollarlo, mucha energía, pero cuando se va a los resultados, lo que se sucede es bastante crítico. Pienso en el mercado del fútbol infantil o en la inserción del fútbol femenino –mucho más por un lineamiento que baja desde la FIFA y no tanto por la existencia de un interés genuino-. Todo el tiempo hay interesas que están mediando para entender qué es lo que pasa en términos culturales, sociales, deportivos. En ese sentido, la academia tiene para aportar, no desde una mirada poco implicada, sino crítica, informada teóricamente para discutir qué es lo que pasa con el fútbol.

-El fútbol tiene concepciones muy herméticas, incluso desde el lenguaje. ¿De qué modo presentaste la propuesta de danza a dirigentes y técnicos?

Primero intentando respetar la filosofía que tengo con respecto a la danza, no compatible con los conceptos cercanos a lo competitivo, al “ganar”, al “éxito”. Los combato, pero están muy presentes en muchos de sus abordajes –por ejemplo el ballet-. Allí se apunta a la “excelencia” y poco importa la experiencia que viva el bailarín, lo que se comunique en términos estéticos. ¿Qué tipos de idiosincrasias, ideologías o política de lo sensible está trasmitiendo un ballet, con un cuerpo disciplinado, hegemónico, ideal, virtuoso, “el que debemos tener”? Esos pensamientos también están en disputa en el fútbol, entonces, yo que vengo de dar esas batallas, cuando entré al mundo del fútbol y empecé a comunicarme con técnicos, con presidentes de clubes para acercarles el proyecto, primero hubo una presentación muy honesta en cuanto a mi interés: quiero que vivamos una experiencia que amplíe el mundo de posibilidades en los futbolistas, con respecto a su cuerpo, al movimiento, a la relación con sus pares. Ahora, para intentar seducir a los clubes, hice el ejercicio de pensar en herramientas de la danza que sean útiles para el jugador de fútbol o para el entrenador, en lo práctico. Me encontré con muchísimas cosas: el trabajo con el centro, el trabajo con el peso, la toma de decisiones en tiempo real, la flexibilidad, la escucha, la mirada periférica, el trabajo en equipo, etc. Ya en los encuentros con los jugadores, percibí que su entrenamiento es muy específico, muy automatizado y con un rango de posibilidades muy acotado. Ante eso me resulta interesante proponer cosas que descoloquen la rutina física.

En mi imaginación de académica estoy pensando en cómo en una cosa que parece tan acotada como el deporte y la danza, siempre estamos reproduciendo maneras de estar en el mundo, de relacionarnos y de trabajar, que tienen una carga ideológica muy fuerte. Más que saber qué quiere hacer uno, me interesa cómo lo va a hacer con el otro, cómo va a negociar con el deseo del otro para ver qué pueden hacer juntos. A mí no me interesa como la directora del proyecto, incluso se sumó Agustín Lucas para co-dirigirlo, tras una decisión que tomamos en un sentido orgánico. O sea, está bueno estar a cargo de un proyecto, pero desde la escucha, “mandar obedeciendo” que es una frase que me gusta mucho. Coordinarlo pero siendo atravesada por los deseos de los participantes, muy dispuesta a cambiar de rumbo y de plan para dialogar con esos deseos. Que en definitiva tiene que ver con la improvisación.

-¿Cómo ha sido el trabajo con los futbolistas de Albion?

Empezamos en mayo a tener acercamientos, siendo un club que tiene la particularidad de estar en la C, por lo tanto no tiene la urgencia del éxito, aunque obviamente trabajan para que les vaya lo mejor posible, algo absolutamente legítimo. También el plantel tiene la particularidad de ser diverso en cuanto a que algunos van a la facultad, escriben tienen otros trabajos, y el fútbol es una actividad más. Eso hace que se crucen informaciones de mundos diferentes. Desde que empezamos, he intentado dar ciertas herramientas de entrenamiento físicas que buscan llegan a estados diferentes, investigar el cuerpo, producir situaciones donde la percepción se altere un poco fruto de una composición, investigando el movimiento. Algunas dinámicas son bien recibidas y otras cuestan, porque está presente la sociabilidad de un grupo masculino, con complicidad varonil muy basada en la broma, algo de ambivalente entre sentir vergüenza y a la vez estar por encima de todo. Me recuerda al trabajo con adolescentes, que ya he experimentado, donde ciertas dinámicas de sociabilidad de un grupo dificultan o imponen otros caminos. Como les gusta reírse juntos y es difícil lograr el silencio, trabajemos a partir de eso, con la voz, jugando a ser la hinchada del otro, intentando que a partir de las dificultades surjan posibilidades. Y si propongo posibilidades que generan dificultades, también que sea rico para todos, porque no voy a esperar que todo lo que plantee sea funcione, entonces doy lugar a preguntarles qué quieren hacer, algo que no es muy frecuente en el fútbol.

-¿Encontrás respuestas?

Cuesta, y tiene que ver con encontrar la voz del jugador, algo que hablamos bastante con Agustín. En la danza, principalmente en las líneas más disciplinarias, el bailarín no tiene voz. Es el cuerpo que entra, hace lo suyo, pero nadie le pregunta cómo está o qué piensa. Al futbolista le pasa lo mismo, y no es de un día para el otro que le vas a preguntar qué quiere y vas a pretender tener una respuesta. Esos espacios de intervención hay que generarlos. En este proceso, sé que van a haber momentos de incomodidad, de “fracaso”, de cambios de planes, pero son parte del asunto.

-Los encuentros con los futbolistas tuvieron una primera parte durante las prácticas, pero ahora están comenzando otra etapa.

En uno de los encuentros pregunté: bueno, imagínense que tuviéramos la oportunidad de hacer una obra que hablara o sobre el futbol o desde el fútbol, ¿qué les gustaría mostrar? Uno dijo “todo lo que le pasa al jugador y que nadie ve”, otro “lo que pasa en la hinchada”, otro “el fútbol desde otra perspectiva”. Estamos empezando esta etapa, a través de encuentros semanales con un grupo de jugadores de Albion más reducido, y con la intención de que se sumen otros jugadores, de un amplio espectro: de la A, la B, la C, Liga Universitaria, ex jugadores, apasionados que jueguen al fútbol 5 todas las semanas, etc. Podemos construir una obra donde el vocabulario coreográfico esté muy basado en el fútbol, en la naturaleza del juego, pero también puede ser una obra hecha con la intención de contar experiencias que forman al fútbol, y no solamente trabajar con la materia del movimiento del fútbol.


-¿Cuáles son tus objetivos con respecto al espectáculo?

Me encanta la idea de que exista un elenco de danza formado por jugadores de fútbol. No por un capricho de traerlos a mi terreno, sino porque es muy importante que haya jugadores de fútbol haciendo cosas diferentes a ir con su bolsito, aparecer en la cámara o estar en la cancha. Fue muy revelador, y una intervención muy fuerte en el espacio de la opinión pública, lo que hicieron recientemente los jugadores, activándose políticamente. Esos fenómenos son muy importantes para que empiecen a descolocarse ciertos lugares, y la gente pueda decir: “Ah, los futbolistas también son trabajadores, ¿no?”. Entonces, qué pasa si a través de un espectáculo surgiera la mirada de “los futbolistas también son cuerpos”, que les pasas cosas, se pueden mover de otras maneras, tienen historias para contar, pueden relacionarse entre ellos de diferentes maneras, etc. Que despierten preguntas como, por ejemplo, qué pasa con el futbolista de clase baja, el que no llega a un cuadro de la A, el está dispuesto a dar de su vida mucho más de lo que el fútbol, económicamente, le va a dar. Esa es una forma de generosidad, de pasión y de entrega, que solamente veo en artistas.
En cuanto a otro aspecto de la creación, existe la idea de que el lenguaje de la danza es singular e intraducible: lo nuestro es el cuerpo y la sensibilidad. Ese ha sido el paradigma predominante en la danza contemporánea. Pero no debería tratarse de un espacio de excepcionalidad, sino que, en todo caso, eso tiene que entrar en contacto con el mundo y con los temas que mueven a quienes no son ni bailarines, ni apasionados de la danza contemporánea o que directamente no les importa el arte. Desde la danza, cómo podemos utilizar nuestras herramientas para trabajar sobre temas que están más expandidos, que tienen que ver con la cultura popular, con la cultura de masas, con culturas hegemónicas que no nos gustan y con las cuales evitamos relacionarnos.

-En la danza y en el fútbol hay estereotipos muy presentes, según el género. ¿Te interesa romper con eso?

Hay una cuestión estereotipada con respecto a la danza. Igualmente, aunque parezca un mundo femenino, hasta hace muy pocos años todos los técnicos eran hombres, quienes tomaban las decisiones eran hombres. En el fútbol, parecería que para entrar y adaptarse las mujeres deben masculinizarse. En este proyecto no solo queremos acercar a hombres al mundo de la danza sin tener que caer en el chiste de “ay, soy un mariposón porque bailo”, no? Ese chiste ya lo conocemos, hagámoslo, riámonos y después veamos cómo podemos seguir haciendo otras cosas. Claramente, los estereotipos de género y las maneras en que se formatea nuestras sexualidad, no tienen solo que ver con la relación con nuestro cuerpo sino en qué mundo estamos, en qué clase social, a qué trabajo nos dedicamos, etc. Un artista tiene muchas más facilidades para ser homosexual que un jugador de fútbol. Hay lugares todavía muy asignados y con roles muy herméticos que cumplir y sí, en este proyecto siempre la idea fue cruzar, salirnos un poco de esos roles. La sensibilidad no es una cosa de las mujeres, las sensaciones tampoco, el movimiento tampoco, el pensar en relación de tu propio cuerpo o con el placer o displacer tampoco. Yo, feminista, siempre que tenga la oportunidad voy a hablar de cómo la mujer tiene un lugar jodido en la sociedad, pero me parece que también hay que empezar a hablar de lo jodido que es también para el hombre muchas veces, y cómo si bien el hombre está en una situación de ventaja en términos de poder, muchas veces dentro del mundo de los hombres hay muchos subalternos y hay mucha gente que la sufre, y mucha gente que va para adelante con la reproducción de un estereotipo que le pesa muchísimo hasta el punto de no poder ni siquiera reconocerse para sí mismos, y que están cumpliendo un rol que les fue asignado y eso es así: “y bueno, es un hombre”. Ante eso, me gustaría generar la complicidad para decir “¡pa! que pesado es esto de ser hombre, siempre tenemos que estar con ganas de coger, con ganas de salir a pelear, etc.”. Que desde un futbolista nazca: “tal vez me sentí como la mierda” o “sí, algunas veces me siento glorioso, pero otras veces me duele todo”. Dar espacio a poder hablar sobre cosas que son un tanto censuradas, porque no cuajan con los roles que supuestamente tenemos que cumplir.

-Entre los deportes colectivos, el fútbol no es el de mayor contacto. Sin embargo, en pocos momentos deportivos hay tanto contacto como en el festejo de un gol.

Hay energía erótica en el fútbol, presente todo el tiempo, que me parece que es como el elefante en la sala. Últimamente he visto muchos videos de festejos, de relatos de jugadores que cuentan sus experiencias en el vestuario, lo que sienten con sus compañeros, y realmente me parece que hay, por la homofobia que se vive en el mundo del fútbol, algo que no se dice, y con esto no quiero decir que sean homosexuales por tocarse o besarse en un festejo. Solo creo que es necesario hablar del deseo sexual como algo más, que está en el mundo y que no significa “esto que va a pasar”. Hace poco les pedí que compusieran una manera de festejar, así como los jugadores a veces van al partido y saben que si uno hace un gol van a festejarlo de determinada manera. Ante el estereotipo de festejo, ¿de qué otras maneras podemos hacerlo? ¿De qué otras maneras nos podemos tocar que no sea solamente “hiciste un gol y ahora me voy a sacar las ganas de tocarte”?. Bueno, quizás también puede haber contacto en otros momentos, podemos masajearnos mutuamente porque estamos todos hechos mierda del partido y está bueno, sin que cunda un pánico o una risotada tipo “ah, me está tocando”. Es el reencantamiento de las cosas concretas: el contacto con nuestros cuerpos es cotidiano, pero al mismo tiempo es algo muy cuidado. Podría ser más simple: somos cuerpos, nos miramos, nos tocamos, estamos juntos, pero hay tensión, hay censura, que nos termina reduciendo la relación con nuestro cuerpo.


-Más allá de la activa búsqueda de “su voz”, ¿qué devoluciones o manifestaciones te han hecho los futbolistas?

Algunos manifestaron interés por una búsqueda más físico-anatómica, referida a las articulaciones o el estiramiento, o herramientas que ven que yo les puedo dar que tienen más que ver con “esto puede mejorar mi futbol”. Otros se han expresado a partir de cómo los descolocó tal consigna o cómo nunca habían pensado en eso de componer una hinchada o experimentado jugar atravesados por ciertas consignas dislocando pequeñas cosas: vas a jugar un picadito pero tenés que estar mirando a los ojos al público todo el tiempo, el arco va a estar en el medio o va a haber un arco móvil, etc. Mayormente el feedback lo observo, cuando proponemos una consigna que implica más entrega, confianza, donde surge un cuerpo nuevo, como si se rompiera un cascarón y ves que alguien esta como en otro lugar. Eso es muy interesante. Espero que con el tiempo, en este grupo reducido con el que vamos a profundizar más, yo misma pueda entender mejor las especificaciones y las potencialidades. Esto recién empieza.



Mateo Magnone
Realizada en julio de 2017. 

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